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  • Foto del escritorMaryann

Entre flores y pasteles

Siempre tuve la sensación de pertenecer más al día que a la noche. Dejar la cama en pijamas para asomarme al balcón y sentir los primeros rayos del sol sobre mis mejillas acompañados por la brisa y el sonido de las olas del mar moviéndose y chocando contra la arena, siempre fue un espectáculo que gustosamente contemplaba en primera fila todas las mañanas antes de hacer cualquier cosa.


El café esperaba en la mesa, humeante y oscuro, pero aquel día no era para empezarlo con la amarga sensación de vejez en mi boca, ese fue un día para vestir leggins, camisones y bufandas, y quizá un viejo chaleco de Blue Jeans que siempre me proponía volver a usar. La mañana estaba fría y hacia mucha brisa, casi tuve que reducir la velocidad de mi bicicleta para que mis ojos dejaran de derramar lagrimas. Salude y me fije con más detalle en los niños yendo a la escuela y en las personas comenzando a abrir con pesadez sus negocios de flores y pasteles.


-¡¿Por qué has decidido mudarte a este lugar recóndito sin mas que jardines y arena?!. Grito mi madre la ultima vez que intentamos hablar.


-¿Por qué no querría hacerlo?. Fue mi respuesta El impacto de su rechazo no disminuyo aun en 8 años, la desesperación y la decepción que sus ojos reflejaban sobre los míos siguen en algún lugar bien conservados dentro de mi, pero cada vez están más profundos, y mezclados con un centenar de recuerdos nuevos. Me detuve en mi floristería favorita y sentí como el delicado perfume de las flores se posaba lentamente sobre mi piel. Las observe. Nunca pude definir cual podría haber sido mi favorita, aunque siempre pasaba más tiempo fotografiando las rosas negras que solo florecían en nuestra apartada aunque pacifica localidad, pero ese día no fui a fotografiarlas si no a contemplar mis cosas favoritas en el mundo, una vez más. Continué mi camino, las personas parecían cobrar mayor energía conforme el sol iba saliendo. El sol, el único testigo quizá de todas las tardes que pase en la playa junto a Russle, el tan alto y delgado surfista cuyo cuerpo parecía mezclarse con las olas, siempre goteando y con una energía propia de aquel que hace lo que ama de verdad. Yo solo lo observaba sentada con mi cámara en la arena, era lindo lo que sentía por el. No era deseo ni pasión, solo una sensación de felicidad, de jubilo, mientras lo observaba montado en su tabla, sostenida por el anillo de una ola. Aquella tarde el se acerco hasta mi sin decir una sola palabra, su cabello al igual que su rostro y todo su cuerpo estaba empapado, me gustaba su pelo despeinado y pegado a su rostro por el agua, pero pensé que eso suponía una molestia para el, a la que ya se habría acostumbrado, asi que pase mi mano por su frente para quitar toda el cabello que caía en sus ojos y entonces el sonrió. Supe que no podía ser esa la única que vez que vería aquel espectáculo al que injustamente se le podría llamar sonrisa, y así fue. Llegue finalmente a las afueras de aquel humilde lugar y observe un grupo de niñas descalzas, con vestidos que dejaron de ajustar sus tallas varios años atrás, sucios y rotos pero no tan rotos como la esperanza en sus rostros. Me acerque a ellas y todas salieron corriendo excepto una que parecía ser la líder, quise saber donde estaban sus padres antes de odiarme por tanta indiscreción, pues ellos habían sido encerrados en la cárcel en un intento por robar comida. Ellas eran sus hijas y ella la hija mayor que quedo a cargo de 4 chiquillas más. Le regale mi bicicleta y le explique como debería venderla y también le deje mi bufanda y mi abrigo. Al alejarme recordé otra razón por la cual prefería vivir en un lugar tan pequeño y apartado, una razón muy cobarde posiblemente. Entre empujando aquellas puertas tan pesadas y camine hasta encontrarme con otras más para abrirlas y ver allí a mi madre, inconsciente, sobre una camilla conectada a un montón de tubos y cables, acaricie su cabello y lamente profundamente el que tuviera que pasar su cumpleaños de esa manera, pero me alegro saber que yo iba a poder cambiarlo muy pronto. Entraron varias personas para darme las instrucciones y en pocos minutos me halle acostada con una bata de hospital, a mi lado una ventana abierta, la mañana ya iba perdiendo su frescura y el sol brillaba más fuerte, sonreí al ver aquello y por ultimo cerré mis ojos con la imagen mental de la sonrisa más hermosa que había visto, la de Russle. Y le regale mi corazón a mi mamá para que ella también pudiera volver a sonreír.







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Escrito el 30 de diciembre de 2013


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